El Gran Desafío de Halloween

Era la tarde de Halloween, y el viento otoñal soplaba entre los árboles del colegio, haciendo que las hojas secas crujieran bajo los pies de los alumnos de 4º, 5º y 6º de Primaria. Los alumnos estaban en el patio de Educación Física, listos para una actividad especial. Su maestro, el profesor de Educación Física, los había reunido para una clase diferente: una aventura llena de retos y criaturas espeluznantes.

—Hoy, chicos, no será una clase común —anunció el profesor, con una sonrisa misteriosa—. Hoy vamos a enfrentarnos a una serie de pruebas... pero no estamos solos. Esta tarde, el patio se ha convertido en un terreno encantado lleno de monstruos de Halloween. Para poder salir de aquí y ganar esta aventura, tendremos que usar nuestras capacidades físicas básicas: la resistencia, la fuerza, la velocidad y la flexibilidad.

Los alumnos se miraron entre sí, algunos con emoción y otros con un poco de nerviosismo. Alicia, Dasha, Vega, Javier, Saúl, Alejandro, Enrique y Miguel, de 4º de Primaria, estaban listos. Ismael, Darío y Lydia, de 5º, apretaban los puños, mientras que Silvia, Leyre y Jorge, de 6º, observaban con atención, esperando más instrucciones.

—Pero, hay algo más —añadió el profesor—. Cuatro de ustedes han recibido súperpoderes especiales que están relacionados con las capacidades físicas básicas. Ellos tendrán que liderar a sus compañeros para que juntos puedan superar los retos que se presentarán.

Los alumnos abrieron los ojos como platos. ¡Súperpoderes! ¿Quiénes serían los elegidos?

Lydia, de 5º, ha recibido el súperpoder de la resistencia. Ella puede correr grandes distancias sin cansarse, y será clave en las pruebas de resistencia que se avecinan.

Lydia sonrió, emocionada, y sus compañeros la miraron con admiración.

Alejandro, de 4º, tiene el súperpoder de la fuerza. Es más fuerte que cualquier humano, lo que será útil para mover obstáculos o enfrentarse a los monstruos más grandes.

Alejandro, un poco sorprendido, levantó los brazos en un gesto fuerte, y todos aplaudieron.

Silvia, de 6º, ha recibido el poder de la velocidad. Puede correr tan rápido que apenas se puede ver, y eso la hará perfecta para vencer a cualquier enemigo que intente escapar.

Silvia asintió, con confianza, mientras sus compañeros sonreían, sabiendo que tendrían una aliada rápida.

—Y por último, Javier, de 4º, tiene el poder de la flexibilidad. Puede doblarse, estirarse y esquivar cualquier cosa, lo que será clave para superar los obstáculos más complicados.

Javier, con su típica energía, hizo una voltereta en el suelo para demostrar su flexibilidad, y todos rieron y lo aplaudieron.

—¡Ahora es hora de empezar! —dijo el profesor, agitando una mano hacia el centro del patio, donde una densa niebla comenzaba a cubrir todo el lugar—. Los monstruos están cerca, y nuestra primera prueba será enfrentar a la Momia.

De repente, una figura envuelta en vendas apareció lentamente desde la niebla. Sus pasos eran pesados y su mirada vacía. La Momia estaba frente a ellos, y detrás de ella se levantaba una pirámide hecha de bloques enormes.

—Para poder pasar, debemos mover los bloques y formar una escalera que nos permita subir por la pirámide —explicó el profesor—. Pero estos bloques son muy pesados, así que Alejandro, ¡este es tu momento!

Alejandro dio un paso al frente, mirando los enormes bloques con determinación. Con su fuerza extraordinaria, comenzó a levantar uno de los bloques como si fuera una simple caja. Poco a poco, construyó una escalera con la ayuda de sus compañeros. La Momia intentó detenerlos, pero Alejandro fue más rápido. Al final, todos lograron escalar la pirámide.

—¡Muy bien, equipo! —gritó el profesor—. Pero no podemos relajarnos. Ahora viene Frankenstein.

El monstruo apareció, enorme y temible, bloqueando el camino. Frankenstein era lento, pero fuerte. La única manera de vencerlo era corriendo lo más rápido posible para confundirlo.

—Silvia, este es tu turno —dijo el profesor.

Silvia asintió y, sin esperar un segundo, comenzó a correr alrededor de Frankenstein a una velocidad increíble. El monstruo trató de seguirla, pero se mareó con tanta rapidez. Al final, Frankenstein tropezó y cayó al suelo, dejando el camino libre.

—¡Perfecto! —exclamó el profesor—. Pero aún no hemos terminado. En el bosque cercano, nos espera Drácula.

Drácula apareció volando entre los árboles. Era rápido y ágil, pero la única forma de vencerlo era persiguiéndolo sin descanso.

—Lydia, este reto es tuyo. Usa tu resistencia para seguirlo hasta que se rinda.

Lydia comenzó a correr tras Drácula, manteniendo un ritmo constante. Drácula intentó escapar, volando de un lado a otro, pero después de un tiempo, se dio cuenta de que no podía perder a Lydia. Al final, agotado, se retiró.

—¡Nos queda solo un reto más! —anunció el profesor—. El último monstruo es el Hombre Lobo, y él es muy ágil. Para superarlo, necesitamos la flexibilidad de Javier.

El Hombre Lobo saltaba entre los árboles, tratando de atacar, pero Javier, con su flexibilidad, esquivaba cada embestida, doblándose y saltando con una agilidad impresionante. Al final, el Hombre Lobo se cansó de intentar atraparlo y desapareció en la niebla.

—¡Lo logramos! —celebró el profesor—. Gracias a sus súperpoderes y al trabajo en equipo, hemos vencido a todos los monstruos de Halloween. ¡Han demostrado que con resistencia, fuerza, velocidad y flexibilidad, podemos superar cualquier reto!

Los alumnos aplaudieron y se abrazaron, felices de haber superado la aventura. Halloween se había convertido en una experiencia inolvidable.


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